¿Es posible lograr transformaciones internas, en nuestro ethos profesional, cuando uno lleva varios años rodando en el mundo de la docencia y se han rutinizado nuestras prácticas? Un grupo de docentes de distintas instituciones, que participó en un programa de pasantía en la Universidad de Deusto, comparte sus puntos de vista, a través de las palabras de Juan Francisco Castro:
Es difícil interpretar, algo tan íntimo como las vivencias y aprendizajes de cada uno y una de ustedes. Trataré con estas palabras de realizarlo.
¿Cómo podemos definir una Pasantía? Una experiencia de intercambio por un periodo determinado de tiempo, en un área determinada de conocimiento. Ahora, ¿Cómo nos marcó la pasantía?: “La cohesión entre estamentos para implementar el modelo ABC sin buscar sobresalir unos sobre otros” Rodrigo San Martín. Braulio Bernard: “identificar el networking y benchmarking y como están implementado el modelo por competencias. Provocó un antes y un después en formación profesional, adquiriendo conocimientos de gran relevancia para la gestión del deporte formativo, proyección y participación social” Edgard Correa. Octavio Moya “internacionalización de la carrera con DEUSTO”. Si volvemos a la definición de pasantía, fue una experiencia y agregamos a esta definición, escuchando el relato de nuestros compañeros, es una experiencia que marca en un antes y un después. Vamos a comenzar por…
El antes… fuimos con expectativas de conocer una realidad diferente en la cual nos desenvolvemos y con la esperanza de encontrar respuestas ante desafíos que nuestros contextos nos solicitan. Nos subimos al avión con esas ideas y con incertidumbres de que nos íbamos a encontrar. Desafiando nuestros propios espacios de confort, puestos de trabajos y tiempo familiar. Llegamos a un país, donde de inmediato implementas la competencia de adaptación al entorno, tanto en conocimientos y habilidades en conocer una nueva cultura y compañeros que no conocíamos. En el día a día, fue desafiante tanto en los aprendizajes, ritmos de pasantía y ganas de preguntar, conocer y aclarar dudas. Además, en 10 días estar con personas que no conocíamos y tener que entendernos, en pro de nuestros aprendizajes. Ese conocimiento de un otro u otra en otro país, gracias a las conversaciones por la Ria, en el Tranvía, en el Bus, en el tren y sentado en el San Mames, nos permitió darnos cuentas que, si se pueden realizar los proyectos e innovaciones, desde el cuestionamiento de nuestra propia realidad y es por ello, que nos atrevimos a ir.
El después… llegamos a nuestros contextos, con nuevos aires, ideas y proyectos, algunos y algunas pudimos implementar lo que aprendimos otros y otras, fue complejo y no encontramos un nicho para implementar lo que deseamos. En estos dos escenarios, lo que los une, es el cambio de mentalidad que se produjo, en tan solo 10 días y eso considero, que es una ganancia que no se puede cuantificar y valorizar económicamente, es algo propio, de nosotros, algo íntimo. Salir y vivenciar una nueva realidad produce ese cambio de mentalidad, ese cuestionamiento y eso ya nos hace merecedores del título “agentes de cambios”.
Dar las gracias a la Universidad Andrés Bello, a Ignacio Muñoz, profesor Ricardo Cristi y profesor Marcelo Chávez por preocuparse de cada uno de los detalles y siempre en el centro el bienestar, tranquilidad y apoyo a nosotros.
Como lo dije, no podemos valorizar el aprendizaje, pero si a atesorar una frase en latín “sapientia melior auro”, la sabiduría es mejor que el oro.
Muchas gracias.