Desde mediados del siglo XX, se ha desarrollado tanto en Chile como en el mundo, un impulso al desarrollo de la educación de Adultos. Considerando que la educación de adultos cumple un papel clave en el desarrollo de la sociedad (UNESCO, 2010), siendo un elemento clave en la transformación social, económica, política y cultural de las personas.
El año 1949 se realizó la Primera Conferencia Internacional de Educación de Adultos, en donde los Estados Miembros, acordaron asegurar que los adultos pudieran ejercer su derecho básico a la educación (UNESCO, 2010).
En 1976, la Conferencia General de la Unesco, aprobó la Recomendación sobre el desarrollo de la Educación de adultos, consagrando el compromiso de los gobiernos para promover esta modalidad, como parte integral del sistema educativo, pero desde una perspectiva del aprendizaje a lo largo de toda la vida. (UNESCO,2010).
De esta manera, es esencial que el aprendizaje y la educación de jóvenes y adultos se sitúen en el centro de un cambio de paradigma dirigido hacia el aprendizaje a lo largo de toda la vida. Este paradigma, implica brindar oportunidades abiertas, flexibles y pertinentes, para desarrollar conocimiento y adquirir competencias que las personas jóvenes y adultas necesiten de acuerdo a las etapas de su vida.
Para llevar a cabo lo anterior es fundamental poder entender cuáles son las dimensiones y variables que influencian las decisiones de ingreso a la educación de adultos, por parte de las personas que han interrumpido previamente sus trayectorias escolares en el sistema formal de educación, a fin de poder generar las herramientas y mecanismos para potenciar esta modalidad educativa.
Al respecto, es posible visibilizar diversos enfoques teóricos que han estado en la agenda durante muchas décadas que tratan de explicar este fenómeno, dichos modelos integran distintos tipos de factores internos al individuo y externos, tales como situacionales y ambientales en modelos compuestos de participación (Boeren; Nicaise y Baert; 2010; Cross, 1981; Darkenwald y Merriam,1982; Rubenson, 1977). A continuación, se describirán brevemente cada uno de los más importantes:
El paradigma de participación de Rubenson (1977), enfatiza los componentes personales del espacio de vida de las personas; los externos asociados a la forma en que son percibidos e interpretados por los sujetos; y la interacción que se da entre el individuo y su entorno. A nivel personal, la experiencia educativa previa, las necesidades individuales y las características personales desempeñan un papel fundamental en la decisión de reingresar al sistema desde una lógica de EPJA. En cuanto al medio ambiente, las variables más importantes son el bienestar del individuo, las normas del grupo de referencia de esa persona y la disponibilidad de oportunidades educativas. Según esta teoría, el interés en participar en la educación y formación de adultos depende de:
- si el individuo considera la participación en esta modalidad valiosa en relación con sus necesidades experimentadas y
- sus expectativas, en relación con ser capaz de gestionar y completar la educación que conducirá al resultado deseado.
De esta forma, el autor explica que la participación de los individuos en la educación de adultos, está mediada fuertemente por un componente simbólico, que motiva y les genera expectativas para continuar con sus trayectorias educativas desde una lógica de aprendizaje continuo para la toda la vida.
Alrededor de 1980, Cross desarrolló un modelo denominado “cadena de respuesta”, el cual es un marco conceptual destinado a explicar qué hace que algunas personas asistan a la educación y formación de adultos (Cross, 1981). El autor, concibe la participación como resultado de una compleja cadena de respuestas que se originan dentro del individuo. Las variables psicológicas internas como el concepto de sí mismo y la actitud hacia la educación son determinantes críticos de la toma de decisiones de los futuros estudiantes (kerka; 1986).
El modelo comienza, con la autopercepción de una persona en términos de si el individuo considera que puede tener éxito dentro de la actividad educativa. El siguiente paso, está formado por las expectativas y los valores asociados a la participación y a la finalidad de la educación. La decisión de participar, también está vinculada con las transiciones de vida, que han interrumpido las trayectorias escolares de los individuos. Al respecto, Cross, menciona tres grupos de factores: Barreras de disposición asociadas a las características personales y psicológicas del individuo (baja autoestima, falta de confianza en sus capacidades, escasa motivación al estudio, etc); las barreras institucionales, relacionadas con las características de la institución escolar y la naturaleza de las oportunidades educativas que éste le brinda (autoritarismo docente, clima escolar, sistemas de apoyo y beneficios, etc) y las barreras situacionales vinculada al entorno de vida del individuo (Falta de apoyo, problemas económicos, necesidad de constituir una familia, entre otros). (Boeren; Nicaise y Baert; 2010)
Por su parte, Darkenwald y Merriam (1982) construyeron sobre el modelo Cross un modelo de Interacción Psicosocial, el cual ilustra el comportamiento de los individuos a través de un continuo de respuestas a estímulos internos y externos. El grado de probabilidad de participación es afectado por variables tales como la situación socioeconómica, el valor percibido de la participación, la disposición a participar y las barreras a la participación. Este modelo, pone gran énfasis en los factores del entorno social, y del estatus personal y socioeconómico del individuo. Para los autores, el punto de partida de la decisión de ingreso a la educación de adultos, está relacionado con las características de fondo del individuo, de la familia y del entorno social de la infancia y de la adolescencia, las cuales influyen fuertemente en la carrera escolar y, por lo tanto, tienen un impacto en la condición de las personas en la edad adulta (Boeren; Nicaise y Baert; 2010). Además de lo anterior, los autores señalan que los mismos estímulos a participar en la educación de adultos (condición socioeconómica, características sociodemográficas y socioeconómicas individuales y familiares, la educación preparatoria y socialización, el valor percibido y la utilidad de la educación, entorno y roles sociales, entre otras) dependiendo de la situación en que se encuentren los individuos, se pueden convertir, a su vez, en barreras que van a impactar negativamente la participación de este grupo de personas, en programas de educación de adultos.
En el 2006, Baert et al, construyeron un modelo basado en los resultados de un estudio que tenía como objetivo, encontrar estrategias para promover un clima de aprendizaje positivo. Los autores, reconocen el hecho de que la participación en la educación de adultos es un fenómeno complejo, en el cual interactúan factores en diferentes niveles: individual, institucional (organizaciones educativas) y contextual. A nivel personal, las características sociodemográficas, psicológicas, las condiciones de vida y las características relacionadas con la historia, la biografía, la capacidad y la esperanza de aprendizaje y educación influyen fuertemente en las trayectorias educativas. Los factores, a nivel de las instituciones educativas, entre las cuales destacan, las características de las instituciones y de las actividades y procesos de aprendizaje presionan a los potenciales estudiantes para permanecer o abandonar el sistema escolar. En cuanto a los factores a nivel de contexto, los investigadores dan cuenta de un contexto social amplio, el cual envuelve las decisiones y acciones que se dan a nivel individual e institucional.
Finamente, en el año 2010, Boeren, et al , desarrollaron un modelo integrado, el cual consta de una serie de variables interrelacionadas entre sí, las cuales juegan un papel fundamental, en la decisión de participar en la educación de adultos. El modelo establece 3 niveles. El micro nivel, esta constituido por el individuo y por el entorno cercano que interactúa con él; dentro de esta categoría, hay una serie de dimensiones que pueden actuar como factores condicionantes, entre las cuales destacan las dimensiones socioeconómica, sociodemográfica, socio-cultural, psicológica y otras relevantes para la persona. El meso nivel, comprende la institución escolar, en ella se visualizan entre otros elementos: la gestión escolar; infraestructura y recursos; finalidad educativa y simbólica; apoyos y servicios escolares; convivencia y disciplina escolar; calidad educativa; procesos pedagógicos y de aprendizaje; y la actitud de los maestros hacia los estudiantes. El nivel macro, constituido por el contexto socio-económico, laboral, educativo y de formación, además del de las políticas públicas.
Estos modelos que tratan de explicar ¿Por qué las personas ingresan a la educación de adultos? nos entregan una serie de elementos y variables que es importante de analizar, a fin de poder generar una oferta, que motive y genere expectativas para que las personas que han visto interrumpidas sus trayectorias educativas puedan completar sus estudios desde una lógica de aprendizaje continuo para la toda la vida.
Por Gladys Matus, docente del Diplomado en Fortalecimiento de Competencias Pedagógicas y de Gestión Escolar para la Educación de Adultos.