San Vicente y Rancagua, agosto de 2025. Con la convicción de que los reglamentos no deben ser vistos solo como documentos de control, sino como herramientas para la formación y el cuidado mutuo, los días 12 y 13 de agosto se realizaron en los liceos Bicentenario Ignacio Carrera Pinto (San Vicente) y Óscar Castro (Rancagua) dos jornadas de capacitación.
Dirigidas a encargados/as de convivencia, equipos directivos y representantes del Ministerio de Educación de la Región de O’Higgins, estas instancias buscaron impulsar una transformación cultural en las comunidades escolares, donde la convivencia se viva como un proceso pedagógico, participativo e inclusivo.
Las jornadas fueron lideradas por el equipo académico de la Unidad de Educación Continua de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la Universidad Andrés Bello —Nicolás Torres Gámez, Marcelo Chávez Galleguillos, Misael Letelier Sánchez y Óscar Díaz Riquelme— quienes guiaron experiencias prácticas, espacios de análisis crítico y diálogo colaborativo, promoviendo una comprensión actualizada y vivencial del rol que deben cumplir los reglamentos en la vida escolar.
Este giro en la comprensión de los Reglamentos Internos —desde lo punitivo hacia lo formativo— refleja una transformación estructural en la manera en que entendemos la convivencia escolar. Tal como plantea la Política Nacional de Convivencia Educativa 2024–2030, los establecimientos deben avanzar hacia una “gestión de la convivencia que supere las prácticas de control conductual y promueva procesos de formación integral, ética y ciudadana” (MINEDUC, 2024, p. 42). Bajo esta lógica, el reglamento deja de ser un cuerpo normativo cerrado y se convierte en una herramienta educativa flexible, capaz de adaptarse a los desafíos actuales de inclusión, equidad y bienestar, particularmente tras las secuelas psicosociales de la pandemia. En coherencia con lo anterior, el Plan de Acción de la política enfatiza la urgencia de instalar capacidades técnicas que permitan revisar estos instrumentos a la luz de un enfoque de derechos humanos y corresponsabilidad institucional: “Los equipos deben ser capaces de revisar críticamente los contenidos, coherencia y procedimientos de los reglamentos, integrando la participación activa de la comunidad y articulando los protocolos que permitan resguardar los derechos de estudiantes y trabajadores” (MINEDUC, 2024, p. 15). De este modo, las jornadas desarrolladas en O’Higgins no solo promovieron la actualización reglamentaria, sino que representaron un paso significativo hacia la construcción de comunidades educativas que piensan, dialogan y se transforman a partir de sus propios acuerdos éticos y pedagógicos. En tiempos de complejidad social y educativa, el reglamento se configura, más que nunca, como un acto colectivo de cuidado y visión compartida.