Se ha lanzado el número 5 de la Revista oh! Innovación, iniciativa del Laboratorio de Aprendizaje (LAP) de la Escuela de Educación de la Facultad de Educación y Ciencias Socialers. Este número de la publicación nos invita a repensar la educación desde nuevas perspectivas, abordando temas como la pedagogía inclusiva, la renovación de la educación parvularia y la importancia del arte en el aprendizaje. Un número que inspira a docentes, estudiantes y comunidades educativas a reconectar con el asombro, la creatividad y el sentido de pertenencia en la enseñanza.
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Ser profesor en ‘tiempos confusos’: prólogo del número de la Dra. Carmen Gloria Garrido:
“Ser profesor o profesora en estos tiempos resulta confuso. Todo parece señalar que las aulas deben dar respuesta a problemas no resueltos como sociedad. Las investigaciones reflejan un mundo marcado por la soledad, la depresión, el consumismo y la inmediatez, donde nada parece confiable o verdadero. Las palabras propias de una sociedad del rendimiento nos envuelven en lógicas de capacitación, resultados y recetas sobre lo que debe o no debe hacer un docente en el aula. A esto se suman nuestras profundas desigualdades educativas y el deterioro del tejido social, características de una época que algunos denominan la del enredo. En este mundo están nuestros profesores, nuestros niños, niñas y jóvenes; en este mundo navegan.
Sin embargo, una época de enredo también puede ser una época de posibilidades. Una oportunidad para rescatar la pedagogía e instalarla en las aulas como un elemento esencial. Esto nos permitiría volver a mirar el mundo con amor .De algún modo, se trata de desapegarnos de todo aquello que minimiza al otro y, al mismo tiempo, abrazar lo colectivo, lo humanizante. Esto implica trabajar en la creación de espacios pedagógicos, culturales, emocionales, de estudio, exploración y expresión; espacios que nos permitan reconectar con los valores fundamentales de las escuelas y centros educativos. De algún modo se trata de desapegarse de todo aquello que minimiza al otro y, a la vez, apegarse hacia lo colectivo, lo humanizante. Hay que salir de ese destiempo y de los espacios vacíos de significado, que no consideran el arte y su belleza.
Hablemos entonces de una educación que des-instale una pedagogía que disminuye y que no confía en las habilidades de los estudiantes.
Hablemos de educación, pero no de una educación capturada por lógicas económicas y sociales que determinan lo que cada uno necesita, que ordena, con la pretensión de proyectar, fabricar y planificar el futuro, y que responde a la utilidad y al terror de lo incierto.
Hablemos, como dicen los niños, de una clase con colores, exploración, respeto, libertad y arte y salgamos de aprisionamientos, esos que dejan sin alma a los profesores, a la escuela y a una sociedad de enredos”