En un Chile que vive cambios acelerados y entornos cada vez más inciertos, el liderazgo no puede seguir anclado a viejas fórmulas. Las organizaciones necesitan líderes distintos, que no solo sepan administrar recursos o cumplir metas. Tienen que ser capaces, también, de conectarse con los otros y de inspirar, a través de la conversación. Con esta convicción, la Universidad Andrés Bello y Newfield Consulting han creado el Diplomado en Liderazgo y Coaching para la Transformación Organizacional, una propuesta que une el rigor académico de la universidad con la experiencia de más de 30 años de una de las escuelas de coaching más importantes del mundo.
El académico Ignacio Muñoz Delaunoy, impulsor de este colaboración, explica los alcances de este proyecto formativo: “En la mayoría de las empresas, servicios o instituciones, los resultados que alcanzamos —o que no alcanzamos— son el reflejo directo de la calidad de nuestras conversaciones. Cada meta incumplida, cada conflicto no resuelto, cada innovación que no prospera, suele tener detrás una conversación que no se dio, que se dio tarde o que se dio de manera inefectiva. Este programa busca que el líder aprenda a diseñar conversaciones que generen confianza, alineen voluntades y activen la creatividad colectiva. Porque transformar una organización no empieza con un plan estratégico, sino con un nuevo modo de conversar que haga posible ese plan”.
Paz Marticorena, coach de Newfield Consulting, lo resume así: “No se trata de acumular conceptos, sino de vivir una experiencia que te desafía a poner en práctica lo aprendido en tu contexto real. La transformación personal es el punto de partida para transformar cualquier sistema. Si tú cambias, cambia tu forma de liderar y, con ello, cambian los resultados”.
Para Miguel Pizarro, coach ontológico senior, el impacto de este aprendizaje trasciende lo individual: “Construir liderazgo es, sin duda, uno de los grandes desafíos del siglo XXI. En el siglo pasado hablamos mucho sobre liderazgo, pero hoy el contexto nos exige algo distinto. Frente a la complejidad social, política y ambiental que vivimos, liderar ya no se trata solo de dirigir o controlar. Liderar hoy implica hacerse preguntas profundas, nuevas, que no nos formulamos antes. Preguntas sobre quiénes somos cuando lideramos, cómo nos relacionamos, qué observamos… y sobre todo, cómo nos observamos a nosotros mismos. Porque un líder que no se mira, que no se reconoce ni se cuestiona, corre el riesgo de actuar desde el automatismo. Es un liderazgo ciego, que puede ser eficiente pero desconectado, y por lo tanto, peligroso. Y es desde ahí —desde ese acto de conciencia— que emerge la capacidad real de responder a los desafíos complejos que nos plantea el mundo actual”.